miércoles, 17 de septiembre de 2014

NO PUEDO, NUNCA PODRE. PERO,... ¿Y SI AHORA PUEDO?

Hace mucho tiempo que leí cuentos de Jorge Bucay, y uno que recuerdo especialmente y que, además, en varias ocasiones a llegado a mi a través de otras personas, es el cuento de El elefante encadenado.

Os lo dejo escrito por si algun@ de los que nos leeis no conoceis esta bonita historia. 


"Quiero compartir con vosotros un enigma que siempre me ha hecho pensar mucho. Es la extraña paradoja del elefante encadenado.
Cuando era pequeña me encantaban los circos y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Siempre estaba pidiéndoles a mi padre y a mi madre que me llevaran a uno.
Un verano vino un circo, ¡disfruté tanto con los trapecistas, los payasos, los leones y sobre todo… con el elefante!. Fue lo primero que vi, nada más comprar las entradas, reparé en el inmenso y descomunal animal que estaba atado al lado de la carpa principal, cerca de las taquillas.
Cuando salimos del circo, aún con las emociones latentes después de tantos espectáculos, volví a ver al gran elefante que de nuevo captó toda mi atención. Le miré con detenimiento y de repente noté algo, en lo que antes no había reparado que me sorprendió muchísimo.
Ese gran animal, gigante, poderoso y fuerte estaba sujeto, para evitar que se escapara tras la función, con tan sólo una cadena que ataba una de sus enormes patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. La estaca era un minúsculo pedazo de madera enterrado sólo unos pocos centímetros en la tierra.
Cuando el animal tenía que actuar le desataban la cadena y le conducían hasta la carpa central. Una vez allí en su espectáculo la enorme bestia hacía despliegue de su fuerza y tamaño. Pero después de su actuación y hasta la hora de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que fácilmente él podía romper con tan sólo un movimiento.
El misterio era evidente para mí. Un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podía con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Por qué entonces no escapaba? ¿Qué lo mantenía entonces esclavizado? ¿Por qué ni siquiera intentaba soltarse?
Nunca encontré respuesta, pero seguí preguntando hasta que un día el domador me contó:
“El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca desde que era muy pequeño. En algún momento el elefantito quiso escapar, tiró y tiró, tratando de soltarse, pero a pesar de todo su esfuerzo no pudo arrancar la estaca, era aún demasiado pequeño.
Esa estaca aunque pequeña, era ciertamente muy fuerte para él porque era muy débil aún.
En varias ocasiones incluso, llegó a quedarse dormido, agotado por intentar soltarse sin poder lograrlo.
Cada día probaba, hasta que un día, horrible para su historia, el animal se dio cuenta de la imposibilidad de soltarse y se resignó a su destino de quedar atrapado sin poder liberarse.”
Entonces entendí, ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque cree que NO PUEDE.
Él lo tiene registrado en su memoria y recuerda su impotencia de aquella incapacidad que sintió de pequeño cuando lo intentó y no pudo, de aquellas noches de sudor y cansancio por querer escapar sin poder lograrlo.
Y desde el día, ese espantoso día, que abandonó el intento, jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez y se consideró incapaz."

En muchas facetas de nuestra vida, nosotros somos como el elefante: hemos  interiorizado que no podemos realizar determinadas cosas simplemente porque una vez lo intentamos y no pudimos, o no nos dejaron hacerlo, o nos dijeron que no íbamos a sera capaces de realizarlo. 
Ese "no vas a poder" se transformó en "no voy a poder". Y nos lo creimos. Ese "no puedo" se transformó en "nunca podré". Y así es, amigos, como desaprovechamos las oportunidades que tenemos. 
Se convierte en una creencia tan arraigada en nosotros, que nadie es capaz de librarnos de ella, ni siquiera nosotros mismos. 
Nuestro subcosnciente ya se encarga de guardarlo bien para que no seamos capaces de darnos cuenta de ello, y de que nos creeamos siempre que no podemos hacerlo. 
No nos damos cuenta que desde la última vez que lo intentamos, muchas cosas han cambiado en nosotros, tenemos más fuerza, somos más maduros, hemos adquirido nuevas habilidades y capacidades,... y que muy probablemente si ahora lo intentáramos, seríamos capaces de lograrlo. 
Y si no es así os dejo otra frase que llegó a mi esta mañana.
            " No hay errores en la vida. Solo decisiones que parecieron buenas en su momento". 
¿Porqué no seguir intentándolo hasta conseguirlo? 
Quizá hay que cambiar la manera de hacerlo, o hay que cambiar el método, el camino, el plan... pero nunca hay que cambiar la meta. 

Noelia Prada. Coach personal  y Formadora de élite en Actitud Naranja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario