miércoles, 2 de julio de 2014

TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA

Siempre hemos oído que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
En vez de coger la piedra y usarla para otros fines, o rodearla, o pisarla, o saltarla, o... volvemos una y otra y otra y otra vez a tropezar con ella. 
 
Si queremos que algo sea diferente, ¿porqué seguimos actuando de la misma manera?
Si algo no sale como yo quiero, pero me sigo comportando de la misma forma, actuando de la misma forma, teniendo la misma actitud y reaccionando de la misma manera, ¿porqué voy a esperar tener resultados diferentes?

Cuando quiero que algo tenga un resultado diferente lo primero que tengo que hacer es , pensar diferente. 
Imaginemos a un niño intentando introducir una pieza con forma de triángulo, por un agujero con forma cuadrada. Realizará uno o dos intentos y al ver que no entra, probará en otro agujero, y si no entra le dará la vuelta a la pieza y si no entra cogerá otra pieza y volverá a empezar de nuevo, y si no entra...

¿Porqué no seguir los pasos que sigue el niño? 
Si no nos gusta algo de nuestra vida, o no sabemos solucionar un problema, o nos quejamos porque todo nos sale mal y parece que la suerte se nos ha escapado, pero seguimos actuando de la misma manera, deberíamos replantearnos muchas cosas.

Deberíamos preguntarnos qué motivos hay para que yo siga haciendo las  mismas cosas y qué puedo conseguir si cambio mi manera de pensar y de actuar. 

Al cambiar mi manera de enfrentar ese problema, o esa queja, o ese "no me gusta", si lo miro desde otra perspectiva, desde otro ángulo, si busco la manera de conseguirlo haciendo algo diferente, los resultados serán diferentes.

Puede que incluso cambiando mi manera de enfocarlo, no salga a la primera, ni a la segunda...pero si ya he cambiado una vez, porqué no cambiar dos, o tres, o trescientas.
Lo importante es conseguir el resultado que yo espero, que me hace feliz, con el que me siento bien. 

Si la primera vez me he tropezado con la piedra y me he caido, e incluso me he hecho daño, ¿Cuál es la razón por la cual vuelvo a ir por ese camino? ¿No sería mejor cambiar de camino y ver que pasa?
Algunos pensaréis, pues que seguro que me encuetro otra piedra y tropiezo con ella, me caigo y me hago daño. Y yo os respondo: ya, pero es que no es la misma piedra. Y quizá esta sea una piedra con un valor incalculable, o sea tan grande que te puedas subir a ella y mirar el mundo desde otra perspectiva, o sea tan pequeña que la puedas llevar en el bolso, o... 
¿con tantas posibilidades diferentes, te vas a quedar con la primera piedra y volviendo a tropezar una  y otra, y otra y otra vez en ella? 

Replantearnos si lo que estamos haciendo, pensando, sintiendo es lo idóneo para lograr mi objetivo, si la actitud que tenemos es la adecuada para enfrentar lo que nos venga o si el plan que me he trazado es el correcto, hará que por lo menos me haga consciente de que para lograr resultados diferentes tengo que pensar y actuar de forma diferente.

Os dejo un cuento de Jorge Bucay de su libro Cuentos para Pensar que habla de este mismo tema.

"Me levanto por la mañana. Salgo de mi casa. Hay un socavón en la acera. No lo veo y me caigo en él.

Al día siguiente salgo de mi casa, me olvido de que hay un socavón en la acera, y me vuelvo a caer en él.

Al tercer día salgo de mi casa tratando de acordarme que hay un socavón en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo y caigo en él.

Al cuarto día salgo de mi casa tratando de acordarme del socavón en la acera. Lo recuerdo y, a pesar de eso, no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el socavón en la acera y camino mirando al suelo. Y lo veo y, a pesar de verlo, caigo en él.

Al sexto día salgo de mi casa. Recuerdo el socavón en la acera. Voy buscándolo con la mirada. Lo veo, intento saltarlo, pero caigo en él.

Al séptimo día salgo de mi casa. Veo el socavón. Tomo carrerilla, salto, rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado, pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día, salgo de mi casa, veo el socavón, tomo carrerilla, salto ¡llego al otro lado!. Me siento orgulloso de haberlo conseguido que lo celebro dando saltos de alegría....Y, al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día, salgo de casa, veo el socavón, tomo carrerilla, lo salto y sigo mi camino.

Al décimo día, justo hoy, me doy cuenta de que és más cómodo caminar......por la acera de enfrente."

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